Cuida lo que dices, tus palabras están vivas:
bendicen o maldicen, alientan o abaten, salvan o condenan.
Una palabra amable: puede suavizar las cosas.
Una palabra alegre: puede iluminar el día.
Una palabra oportuna: puede aliviar la carga.
Una palabra de aliento: puede sanar el alma.
Una palabra de amor: puede ser correspondida.
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